La becada



Aún recuerdo el día, 16 de diciembre de 2018, una mañana de domingo en la que tocaba salir de caza. Eran varias las cuadrillas que ese año habían volado y abatido alguna becada en las jornadas de caza anteriores, un ave para mi desconocida ya que nunca había visto alguna por mi zona, simplemente había leído acerca de ella y había visto algunos reportajes sobre su caza. Esa mañana en mi cabeza rondaba el pensamiento de “a ver si me saliese alguna becada”, dejando a la perdiz de plato secundario,aunque esta en realidad era el plato principal, pues salíamos en cuadrilla a cazar la perdiz principalmente. Como sabía de la presencia de esta especie por la zona estuve leyendo e informándome sobre donde le gustaba refugiarse, sus costumbres, sitios donde era más probable cazarla, etc.

Bien, me tocaba cazar en un lote del coto que linda con la zona militar, a unos 6 kilómetros de mi pueblo más o menos, una zona la cual sufrió un incendio años anteriores y por lo que había leído a las becadas le gustaba estas zonas ya que en la madera podrida encontraba gusanos de los que alimentarse, al igual que también había leído que les gustaba refugiarse en matas grandes situadas en las solanas los días de fuertes heladas. Total, que tenia todo de mi parte: zona con leña podrida donde la becada tuviese alimento, matas grandes de las encinas y coscojas que tras el incendio brotaron con más fuerza, y una mañana con un manto de hielo por toda la superficie.

Así pues, empezamos a formar la mano desde el linde de la zona militar dirección hacia el pueblo, para así llevar las perdices desde allí y evitar que nos volasen dentro de la zona militar. Una vez todos llevando la mano y empezado a cazar, en mi mente solo estaba la becada, y como mi perra jamás había visto ninguna, dudaba que me la mostrase en caso de que esta estuviese en alguna mata, por lo que iba mirando muy bien las matas grandes, golpeándolas con el pie y lanzando alguna piedra de vez en cuando a estas esperando así que levantase la becada de alguna de las matas. Iba pasando la mañana y cada vez ese pensamiento de encontrarme con una becada iba diminuyendo. Salíamos de la zona incendiada hace años y por lo tanto de la zona donde “supuestamente” preferiría la becada establecerse, así que conforme nos íbamos acercando al pueblo me olvide de la becada y me centré en la perdiz, (las cuales ya había dejado alguna escapar por estar distraído en busca de la becada). Llevábamos buenos bandos de perdices delante de nosotros y estábamos llegando al pueblo, sabíamos que en la última loma daríamos con ellas ya que se aguantarían por miedo a romper hacia el pueblo y así fue, en cuanto llegamos al fin de la loma nos voló un buen bando y me pude hacer con una perdiz, al igual que varios de mis compañeros quienes también bajaron alguna. Iba mejorando la mañana y el pensamiento de la becada había desaparecido por completo de mi cabeza ya que prácticamente estábamos justo al lado del pueblo, zona prácticamente de esparteras donde la becada no tenía apenas ni refugio ni alimento.

Ya que como he dicho, varios compañeros abatieron alguna perdiz del bando anterior, más las que habían abatido en lances anteriores, nos reunimos para hacer un recuento de las perdices que llevábamos y para ver para donde seguiríamos cazando y completar el cupo que aún nos faltaban unas pocas. Una vez planeada la estrategia para dar de nuevo con alguna perdiz, nos íbamos colocando cada uno otra vez en la mano, y mientras me dirigía a mi puesto por una pequeña pinada desde la que se divisaba ya mi pueblo, entre las hojas secas de los pinos y los tomillos, por el rabillo del ojo vi como algo se movía y como mi perra también se había percatado de ese movimiento, fue cuando eche la vista completa hacia allí cuando vi la becada levantar vuelo y mi perra lanzarse tras ella, comenzó a volar entre los pinos haciendo sus esquivos regates y no dude en encararme mi superpuesta y disparar. El primer disparo lo fallé al precipitarme y no dejarla cumplir, pero el segundo cuando salía de entre los pinos, aprovechando uno de los claros, lo acerté y ahí cayó la tan buscada y deseada becada de aquel día, rematando el lance con el cobro de mi perra, que para ser su primer contacto con una becada la cobró como si de una especie familiarizada con ella se tratase.

Mientras escribía este relato y sobre todo mientras describía el lance, por mi retina pasaba aquel momento tal y como fue, es algo que nunca olvidaré al igual que tampoco olvidaré su sabor en el plato de arroz que a los pocos días hice con ella.

Sin duda, para mi, un verdadero trofeo el cual era necesario conservar.




Autor Juan Pedro Molina @jp_cazanatura



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