En la revista del mes de Junio de Jara y Sedal, fruto de mi colaboración con mutuasport, fue publicado un artículo propio sobre la seguridad en las esperas, tema del que ya hice un pequeño vídeo en la campaña de #stopaccidentes de mutuasport.
Dicho artículo fue publicado posteriormente en la propia web de mutuasport,
Hoy dicho artículo lo publico sin editar en mi propia web, a fin de dejar constancia del mismo, espero os guste:
MAYO DE 2020
LA SEGURIDAD EN LAS ESPERAS
Las ladras ya dejaron de sonar en nuestros montes y dehesas hace tiempo. Las muestras en bosques y rastrojos también quedaron atrás. Los madrugones en pos de juntarse con los compañeros y compartir esperanzas e ilusiones en cada jornada, son un sueño de cara a la temporada que debe empezar el próximo octubre.
Aunque los trabajos de campo se mantienen todo el año, y la conservación y gestión es también caza, estas semanas en pos de volver al acecho se nos han hecho largas. Si buscásemos un símil, diría que nuestras ganas de vivir nuestra pasión se dan de bruce una y otra vez con la puerta cerrada de la veda. Pero no todo es para siempre, los días desde hace ya unas semanas son más largos y las noches agradables, y esa puerta que tanto nos desespera se pone entreabierta, pues muchos llega el momento de cambiar los madrugones de la general por los atardeceres en el campo, en pos de comenzar la época de las esperas.
Es cierto que muchos, como yo mismo, realizamos esperas también en invierno, pero no hay lugar a la duda que con la finalización de la temporada y las restricciones en cuanto a modalidades que ésta conlleva, las esperas aumentan su auge en el momento en la que los permisos administrativos llegan por un lado y por el otro el buen tiempo acompaña. No hay nada como la dulce sensación de la caída de la noche con los dulces aromas que el campo desprende en los meses primaverales o de comienzo del estío. Ante este “inicio de temporada de esperas” es prudente repasar y tener en cuenta varias medidas de seguridad para su práctica, pues aunque sea una de las modalidades de caza donde menos accidentes de caza se dan, no es menos cierto que debemos siempre ponderar las precauciones y no hacer de menos los problemas que pueden surgirnos en la oscuridad.
Primeramente antes que echarnos al monte para iniciar la temporada, deberemos repasar que todo el equipo se encuentra en perfectas condiciones, así como incluir aquellos elementos que nos falten en los mismos. Comprobaremos que el arma está en un estado perfecto, verificando que no tiene ningún elemento que pueda obstruir sus mecanismos ni la salida de la bala. También nos aseguraremos que la munición no presenta defectos y está en condiciones de uso. Los elementos de visión en la oscuridad tales como linternas, frontales o similares pasarán nuestra revista igualmente, sin obviar que repondremos o cargaremos baterías o pilas para su uso, al igual que incluiremos en nuestro equipo un repuesto de éstas, para en caso de necesidad no quedarnos a oscuras en el campo. Imprescindible es comprobar que en nuestro morral está incluido un pequeño botiquín que pueda resolver problemas mínimos que nos puedan surgir ante alguna caída, corte o herida. Incluir algo de agua y algún dulce con azúcar no ocupa lugar y también puede ser útil. Una batería externa para el móvil, perfectamente cargada, es importante para en caso de emergencia no quedarnos incomunicados. Los cascos de protección auditiva, por mucho que sólo sea un disparo el que vamos a realizar, a lo sumo 3 o 4, son igualmente recomendables para evitar daños en nuestros oídos. Para finalizar y no por ello menos relevante, confirmaremos que tenemos el seguro y las licencias de caza y armas vigentes.
En cuanto a las tareas previas de campo, y debido a la moda que por redes sociales se ve últimamente, es necesario recordar que los atrayentes a base de alquitrán, no sólo son ilegales (incluyendo evidentemente su uso final como caza), sino que suponen un riesgo de incendio para nuestros montes y campos que no nos podemos permitir.
En el día de salir a cazar, es vital comunicarse con el resto de cazadores del coto que tengan permitido o tengan previsto salir esa noche al campo, para saber donde estará cada cual colocado, evitando posiciones en el monte que puedan ser peligrosas y a la postre dar con equivocaciones fatales. Sé que los cazadores por norma somos reacios a compartir nuestras ubicaciones para evitar dar pistas a otros sobre nuestros cazaderos, pero la seguridad debe de estar por encima de estas cosas siempre. Es mejor que un compañero termine haciéndose con un jabalí en un puesto preparado por uno, que tener que lamentar desgracias futuras por guardar un secreto.
Una vez estemos en el puesto, prepararemos todos los utensilios que podamos utilizar de tal forma que los podamos usar y localizar sin necesidad de encender ninguna luz. Y cuando estemos listos, desenfundaremos y cargaremos la munición de nuestra arma que habremos llevado previamente enfundada y descargada hasta el puesto. Revisaremos la distancia de tiro y las zonas de seguridad. El seguro siempre lo tendremos puesto y solamente lo quitaremos justo en el momento del tiro. Cuidaremos la posición del arma durante la espera, evitando que haya elementos que puedan golpear el rifle o introducirse en el gatillo, así como cuidar donde apunta cuando lo tengamos en las manos o apoyado. No hay que olvidar que los puestos deberían de estar en predisposición de poder realizar lances en los que la trayectoria de la bala sea limpia y quede enterrada, evitando zonas de piedras y rebotes y rehusando siempre de tirar al viso.
Una vez en el puesto es conveniente mantener la calma y dar el mayor sentido de la palabra a la modalidad que estamos practicando, “espera”. Si tenemos la inmensa fortuna de que algún animal entra a nuestra zona de tiro, verificaremos que se trata del animal que deseábamos abatir. Soy consciente de que en algunas comunidades autónomas no se permiten las esperas con luz artificial, lo cual me parece un despropósito absoluto y fuera de toda línea de seguridad, por lo que rogaría extremar la precaución y sólo accionar el gatillo en caso de una total seguridad de saber a qué disparamos, es mejor que el guarro se valla y tentarle otro día que lamentar un error fatal. En caso de estar en comunidades donde sí se permita el uso de linternas y focos, iluminar al animal cuando intuyamos que está en la posición deseada de tiro para verificar que es lo que buscamos, puede que demos ventaja al animal pero toda precaución es poca. Sobre esto último actualmente hay en el mercado un gran abanico de sistemas de visión nocturna, que no de puntería nocturna que actualmente están prohibidos, que pueden ayudarnos a cerciorarnos con mayor exactitud a que vamos a iluminar a posteriori y que nos permitirán realizar el lance con una mayor seguridad, con lo que yo recomendaría su adquisición.
En caso de haber tenido un lance mantendremos la calma, y daremos unos minutos a la tranquilidad y a escuchar el campo. Aprovechando para recoger de forma ordenada todo el equipo, incluyendo las vainas. Pasado este tiempo con la linterna intentaremos desde nuestra posición determinar si está el guarro en el suelo o si por el contrario no se le ve. Sea como fuere nos acercaremos a la zona de tiro con la linterna y/o frontal encendido. Si en las inmediaciones se localizase el animal, nos reafirmaremos en que está completamente muerto, antes de acercarnos para sacarlo. Los cochinos heridos, como me decía mi abuelo, son peligrosos independientemente de su tamaño, y nos pueden crear situaciones de peligro innecesarias. Si por el contrario no viéramos el animal y este hubiera marchado herido, sobre todo en situaciones donde el jabalí se hubiese enmontado, es mejor dejar el cobro y el pisteo para el día siguiente a la luz del día y en caso de no poder nosotros, pedir el favor a algún amigo. Andar de noche por el monte supone riesgo y más si tenemos que salir de nuestras zonas de seguridad marcadas y sin saber en qué estado estará el animal. Insisto en que posponer esta situación es la mejor decisión segura posible.
Finalmente, con lance mediante o no, toca retirarse del monte. Igualmente incidiremos en llevar linternas encendidas para no sólo iluminar nuestra senda de salida y evitar posibles complicaciones, sino para ser visto con claridad por posibles compañeros. Particularmente aunque sé que habrá quien lo critique, me gusta salir de mi puesto hablando, silbando o cantando incluso, con el único fin de dejar bien a las claras que soy yo y no otra cosa quien se está moviendo de vuelta.
Cazar seguro no sólo es responsabilidad, es alivio y confianza para poder disfrutar de nuestra pasión. Confío y deseo que tengáis unas esperas satisfactorias en esta nueva temporada que comienza para muchos, en las que las anteriores consideraciones comentadas, sirvan para recordar o guiar las salidas tras los cochinos bajo el abrigo de la luna y las estrellas, con la mayor seguridad posible.
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