Hablar de este rifle es hablar a día de hoy del noventa por
ciento de mis experiencias cinegéticas. Hace
25 años mi padre se compró este rifle en
Armeria La Caza en Toledo, guiándose por los consejos de Ignacio, amigo y
famila. Somos una familia humilde y tener un rifle ya era un gran lujo y por
ello buscaba un arma que subiera las prestaciones de su escopeta y que fuese
suficiente para ir de caza en montería, su modalidad favorita y la que supone
la totalidad de sus salidas y que sobre todo fuera un arma que realmente
mereciera la pena y que le fuese a ser permanente en el tiempo. Todos estos
años después podemos garantizar que fue una compra que bien mereció la pena.
No necesito buscar mucho en mi memoria para retrotraerme a la
infancia en la que con ojos de curiosidad y de fascinación observaba a mi padre
largo y tendido cada vez que bien lo sacaba para limpiarlo, o bien lo sujetaba
con firmeza en el puesto. Por aquel entonces mi padre era muy hábil tirando y
francamente yo no le vi fallar caza hasta hace poco, lo que me hacía pensar en
mi mente infantil que ese rifle era infalible y pensar que no había mejor arma
en el mundo. Ahora ya sé que los lances bien resueltos dependen más del indio
que del arco y de las flechas, aunque la calidad de estas ayudan y mucho.
Sigo mirando al pasado y una sonrisa brota de mis labios al
recordar mis inicios monteros, que como no podía ser de otra manera fueron con
este rifle. No tuve el típico inicio en caza menuda, con escopetas o con
calibres pequeños, porque sería contar experiencias que a la postre fueron más anecdóticos
que escuela. Mi padre era cazador de montería y en esta modalidad fue donde el
veneno de esta pasión me alcanzó. No practicaba otras modalidades por lo que
tuve que aprender rápido y de golpe. Por entonces el posible retroceso me daba respeto,
que cosas hoy en día fruto de la adrenalina de los lances es algo que ni noto.
La suerte del principiante pronto me vino a visitar brindándome para siempre un
bonito venado, pero con los sucesivos fallos a jabalí que vinieron después (y
los que hoy en día siguen viniendo) fue con los que de verdad aprendí.
Hoy en día, el rifle, sigue estando a nombre de mi padre,
pero soy yo el que lo sigue utilizando. Evidentemente cazo con este rifle
porque es el que tengo a mano, y también porque no decirlo por un cierto sentimiento
de cariño que me embarga cada vez que lo tengo en mis manos. Pero esgrimir sólo
estas dos razones es faltar a la verdad y es que me encanta “como caza la
perrita”.
Mentiría si no admito que comparado con los rifles que hoy en
día están en las armerías es algo pesado y que su forma de cargar las balas en
especial la primera no me gusta y algún disgusto en forma de encasquillamiento
me ha causado, pero tiene un encare muy bueno, el gatillo es suave y rápido, el
seguro está localizado en un buen sitio, el retroceso es comedido y su calibre
a día de hoy me parece más que aceptable. Que sea semiautomático, pese a que a
muchos no gusta, para cortaderos y traviesas determina la diferencia con
cualquier cerrojo ya que en lo que un rifle de cerrojo está recargando yo ya he
tirado mis tres balas si acaso lo he necesitado en ese corto espacio de tiempo.
Pero hablar del rifle sin hablar del visor, es poco hablar ya
que el uno va con el otro. Nosotros gastamos un Lisenfeld spezial en 1´5 6 x42
con Montura Appel. Es un visor correcto que evidentemente a día de hoy se ha
quedado desfasado. Como positivo diré que enfoca bien, se ve con nitidez, su
cruz no molesta y ayuda a apuntar, y sus aumentos permiten utilizarle en
cualquier circunstancia en montería.
Este es mi equipo actual con el que he conseguido grandes
días de caza y con el que espero poder seguir teniendo muchos más.
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