Desde
siempre he intentado que las barreras que suponen su tamaño o su raza no fueran
tal y siendo cachorro, ya le acerqué al mundo cinegético, y ni corto ni
perezoso me lo lleve a un puesto de montería. Fue curiosísimo ver cómo tan
pequeño, era capaz de detectar en el monte el movimiento de las reses antes que
nosotros.
Al
campo sale con asiduidad donde los olores del campo le son familiares, y luego
en el descampado de debajo de casa donde hay conejos y palomas, le dejo rienda
suelta para perseguirlos y rastrearlos, lo que es su verdadera pasión y
obsesión, y cada vez que bajamos es una admiración poderle contemplar.
Ésta presente media veda, me lo he llevado conmigo a
puesto de palomas, y bueno los tiros no le han gustado demasiado, y habrá que
seguir intentándolo acostumbrar, pero poco a poco y sin presiones. El caso es
disfrutar con él y seguir rompiendo barreras